miércoles, 20 de febrero de 2008

Sobre el botellón.

El pasado fin de semana organizaron en Ser Coruña el enésimo debate sobre el problema del botellón en los alrededores de la plaza del Humor, zona céntrica de la ciudad Herculina. Los vecinos están hartos de tener que pasar en vela las madrugadas de Viernes, Sábados y Domingos, y de encontrarse a la mañana siguiente con un panorama de mierda y destrucción frente a sus portales.

Y en esos debates, claro está, invitan a defensores de todas las posturas. Entre ellos algunos jovencitos y mayorcitos “progres” que tratan de justificar la “movida” nocturna. Algunos argumentos me irritan especialmente, más aun porque en una especie de síndrome de Estocolmo, el moderador y hasta algunos vecinos, llegan a creerse que tienen alguna lógica.

- “Es que a los jóvenes no nos dan alternativas de ocio”. Es decir, básicamente afirman que la sociedad es tan cabrona que no les prepara a los pobres chicos un completo programa de actividades nocturnas que les divierta. Y claro, ante el aburrimiento, no queda más remedio que lanzarse a la calle botella en mano a hacer el gañán. ¿Pero estamos todos locos? ¿Qué es eso de que los demás tenemos que rompernos la cabeza para entretener a los señoritos bajo la amenaza del botellón?. Que cada uno se divierta como pueda o se le ocurra, mientras no moleste a los demás. En todo caso, como bien apuntó un vecino, que los jóvenes reclamen algo concreto: “que nos abran un polideportivo de noche, teatro, carreras de chinchillas, competiciones de lanzamiento de huesos de aceituna"; lo que sea. Pero no. La cosa es: diviértanme o no les dejamos dormir.

-“Es que la bebida es muy cara en los locales”. Desde luego es más cara en un local que un supermercado eso es cierto; pero aunque habrá gente que si ande muy apurada, otros muchos lo que ahorran abaratando sus melopeas, lo invierten después en tubos de escape fosforitos para el coche que les regaló papa, sus vacaciones en Londres, la Wii, el MP4 o las Converse Años 60 “Revival”. Así que una vez más que cada uno gestione su economía y sus prioridades como pueda, pero sin tocar las “bowlings” a los demás.

-“Son jóvenes, han de transgredir”. Bien, perfecto. El papel del joven es transgredir, pero el de la autoridad competente es “capón” al que se pase de la raya. Lo que no se pude hacer es reformar todo el sistema de convivencia bajo el prisma de esa transgresión.

En definitiva lo que subyace a la mayoría de los argumentos, es la corriente imperante que hay en todos los ámbitos, de responsabilizar a todo el mundo de un problema, menos al causante directo: desde el niño que pega a sus compañeros, al político que mete mano en la cartera. La culpa es de la sociedad, de los padres, del sistema educativo, de los profesores, del sistema de financiación, de la coyuntura política, de … Así que los causantes directos se lo creen, y se reafirman en su actitud: yo sigo haciendo esto o aquello,… total la culpa no es mía.

¡Basta ya! ¡Qué cada cual se responsabilice de sus actos!.

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martes, 12 de febrero de 2008

Con cariño para todos los necios

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión, ninguna gana;
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
Sor Juana Inés de la Cruz

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La gente en masa: ¿m.c.d. o m.c.m.?.

Quién más quien menos oiría alguna vez hablar del máximo común divisor (m.c.d.) y del mínimo común multiplo (m.c.m.) de un grupo de números.

Si al dividir un número entero n entre otro d nos da de nuevo un número entero, entonces se dice que d es un divisor de n ó que n es un múltiplo de d.

El máximo común divisor de un grupo de números es el mayor de los divisores comunes a todos ellos. Para calcularlo, se descomponen los números en sus factores primos y se escogen sólo los comunes con el menor exponente.

El mínimo común múltiplo de un grupo de números es el menor de los múltiplos comunes a todos ellos. Ahora, para calcularlo, se descomponen los números en sus factores primos y se escogen los comunes y no comunes con el mayor exponente.

Apliquemos esto a un grupo de individuos. ¿Cuáles serán las cualidades de la entidad formada por todos ellos?.


Si seguimos la regla del máximo común divisor, las cualidades del grupo serían las comunes a todos sus miembros en su menor grado.

Si seguimos la regla del mínimo común múltiplo, las cualidades del grupo serían las comunes y no comunes a todos sus miembros en su mayor grado.

Por desgracia creo que lo que suele imperar es el máximo común divisor. La gente en masa tiende a dar rienda suelta a sus instintos, que en definitiva son las cualidades que con toda seguridad son comunes a todo ser humano.

Esta reflexión, contada de otra manera más brillante, se la leí hace poco a Javier Marías y me pareció bastante atinada.

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domingo, 3 de febrero de 2008

Punto muerto

Parece que nadie escribe nada. Esto me lleva a pensar que este blog ha perdido el interés que tenía inicialmente. Por lo que he abierto una encuesta para que los usuarios (en el dudoso caso de que existan) decidan que hacer con este blog...
Hasta aquí hemos llegado y así se lo hemos contado. ¿Es así el final...?

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