miércoles, 24 de octubre de 2007

Glosas Emilianenses

En mi reciente viaje por Castilla tuve la oportunidad de conocer los monasterios de Yuso y Suso, en San Millán de la Cogolla. En el primero de ellos se custodian una serie de códices que contienen en su interior las famosas Glosas Emilianenses. El texto de estos códices está en latín, y las Glosas son anotaciones en lengua romance, escritas por los monjes copistas en los márgenes, con la intención de aclarar el significado de algunas palabras. Tradicionalmente se ha considerado a las Glosas como el primer testimonio escrito del idioma español. Según me explicaron durante la visita, la frase más larga en protocastellano se halla en la página setenta y dos del volumen número sesenta. Son doce renglones que dicen así:

Cono aiutorio de nuestro
dueno dueno Christo, dueno
salbatore, qual dueno
get ena honore et qual
duenno tienet ela
mandatione cono
patre cono spiritu sancto
enos sieculos delo siecu
los. Facamus Deus Omnipotes
tal serbitio fere ke
denante ela sua face
gaudioso segamus. Amen.

(Con la ayuda de nuestro
Señor Don Cristo Don
Salvador, Señor
que está en el honor y
Señor que tiene el
mandato con el
Padre con el Espíritu Santo
en los siglos de los siglos.
Háganos Dios omnipotente
hacer tal servicio que
delante de su faz).

Lo que también me contaron en el monasterio, es que en ese mismo ejemplar, creo recordar que en la página treinta y dos, se encuentran otras glosas, a las que la Real Academia de la lengua vasca les ha reconocido la condición de primer texto escrito en euskera.

Izioqui dugu
guez ajutu
ez dugu

(Hemos sido puestos a cobijo,
hemos sido salvados
a nosotros no se nos ha dado ayuda).

Para mí fue una grata sorpresa el comprobar que el idioma español y el idioma vasco se encuentran juntos desde su aparición en la Historia escrita. Eso me hace verlos como dos hermanos que lo han compartido todo desde la cuna.

Habrá, en cambio, a quienes esta idea les resulte incómoda. Algunos desearían arrancar esa página, y hacerla ocupar un lugar independiente en la biblioteca del monasterio. Si eso ocurriera alguna vez, el códice número sesenta, aunque mermado en una de sus hojas, seguiría siendo un libro. En cambio, y por más que retorzamos la realidad, a la página treinta y dos, una vez separada de sus compañeras, nunca se la podrá considerar un códice.

1 comentario:

EL MANCO dijo...

Hola

No se, no se; si seis palabras en protoeuskera se traducen a diecisiete en castellano,... ya no estoy seguro de si la hoja completa haría un códice.

Por otro lado, ten cuidado con que alguien en su ánimo de que esa hoja alcance la categoría de códice, no se dedique a quemar las que están en español.

Saludos.