domingo, 3 de junio de 2007

Homenaje a Orwell





"Los animales de afuera miraron del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo, y nuevamente del cerdo al hombre; pero ya era imposible discernir quién era quién".

George Orwell (“Rebelión en la Granja”)


Los acontecimientos sucedieron así:

En septiembre de 2006, el Departamento de Biología y Anatomía animal de la Facultad de Veterinaria de Cáceres culmina una línea de investigación centrada en conseguir, a través de la manipulación genética, que el cerdo ibérico produzca unos jamones más grandes y más sabrosos. Los resultados de la misma exceden las expectativas iniciales, ya que los dos ejemplares obtenidos exhiben unos cuartos traseros tan poderosos que les permiten adoptar una posición bípeda. La pareja de cerdos se hace mundialmente famosa, y es bautizada por los medios como Adán y Eva.

El siguiente paso lo dan Meissner y Jaenisch en el Instituto de Tecnología de Massachussets, apenas unos meses después. Los padres de Dolly repiten con éxito el experimento extremeño; pero, además, logran que los descendientes de Adán y de Eva desarrollen cierta habilidad manual. Se abre entonces el debate ético: los partidarios del transhumanismo ven el sus domesticus habilis enormes posibilidades, mientras que el Vaticano considera que modelar puercos a imagen y semejanza del hombre resulta intrínsicamente malo, pues supone jugar a ser Dios.

La presión de los grupos religiosos frena el avance de la cuestión en occidente; pero no impide que el gobierno chino ponga a sus científicos a trabajar en secreto, buscando la mejora de las capacidades de los gorrinos. El escándalo estalla en 2010, cuando The New York Times publica fotos tomadas en Shangai que muestran a centenares de cerdos bípedos encerrados en naves industriales, trabajando en la fabricación de ordenadores. Mientras la polémica se desata, los estudios no tardan en aparecer. Los datos hablan por sí solos: los cerdos de Shangai producen un sesenta por ciento más que cualquier hombre en el mismo puesto. En ese momento, los ojos del gran capital se vuelven hacia ellos. De forma progresiva, las multinacionales van sustituyendo a sus operarios humanos por otros porcinos. La producción mundial se dispara, y se diría que la humanidad camina hacia una nueva Edad de Oro en la que el cerdo trabaja y el hombre disfruta.

Pero el capitalismo es un Leviathan de ambición ilimitada. No basta con que los gorrinos multipliquen la función de la oferta. En efecto, los gurús del marketing pronto reconocen en ellos un mercado potencial de millones de consumidores que está completamente virgen. El primer producto creado exclusivamente para cerdos es un perfume (Eau de Cochon). Pronto le siguen coches para cerdos, ropa para cerdos, complementos para cerdos, aparatos de gimnasia para cerdos… La capacidad del gorrino para desear y comprar es tan grande que casi se puede hablar de ellos como consumidores perfectos. De esta forma, llega un día en que copan también la función de la demanda. En ese momento se demuestra que el hombre no es necesario para que la máquina de la economía corra desbocada. Y, entonces, es expulsado del sistema. Los cerdos ocupan el accionariado de las corporaciones, las presidencias de los consejos de administración, los puestos directivos. Luego las carteras ministeriales, las jefaturas de estado, las canonjías y cátedras, los generalatos. El hombre es devuelto a su estado salvaje, en el que, inerme tras tantos siglos de dependencia tecnológica, rápidamente se extingue. Mientras, el capitalismo, en manos de los puercos, brilla como nunca, y la Historia se convierte en el relato de la explotación del cerdo por el cerdo.

1 comentario:

Xena dijo...

Muy bueno. Ya veo que te inspiraste en la cita de Orwell.
Ya tienes un motivo más para alegrarte por incorporarte al trabajo mañana.