domingo, 16 de septiembre de 2007

Un viaje por la historia: Berlín - Agosto del 2007 (día 3)

Un nuevo día ante nosotros en Berlín en esta nueva entrega de las crónicas de un viaje a Berlín. Esta vez el sueño ha sido algo mejor y me levanto más descansado y preparado de nuevo para una nueva caminata. El día de hoy promete muchas nuevas y variadas emociones así que nada como un buen desayuno para iniciar el día.

Tras la experiencia de la caminata del día anterior, y antes que de mis pies digan ¡basta!, decido comprar un billete de metro. Además esta vez las pilas las tengo cargadas y puedo llevar mi propia cámara al hombre (no es que me haga mucha ilusión llevar la cámara al hombro pero completa mi imagen de turista al hacer juego con la guía de la ciudad que llevo en la otra mano...
Así que cojo el metro en Bülostrasse y pongo rumbo a la catedral donde he de reunirme con mis guapas e inteligentes compañeras de viaje (error corregido querida...). Tras un corta espera al sol nos juntamos de nuevo y, tal y como estaba planeado, vamos a entrar en los museos de la Isla de los museos.
Es curioso que, al estar todos los museos juntos, hay un instante de confusión en torno a qué museo quieres ver primero. El asunto se solucionó por mayoría, así que el Museo de Pérgamo sería el primero. Para solucionar la cosa adquirimos entradas del tipo especial que permiten visitar todos los museos de la Isla con mismo ticket en el mismo día. Como llegamos justo a la hora de apertura (10:00 AM) no hubo demasiados problemas para adquirir las entradas y para entrar en el museo. Como detalle curioso he de decir que todos los museos de la Isla cuentan, en el precio incluido en la entrada, con una audioguía en castellano que va describiendo la visita, ya sea una rápida visita guiada predeterminada o simplemente una descripción y anecdotario sobre muchas de las obras contenidas en el museo. Personalmente el detalle de la audioguía me pareció muy bueno aunque he de decir que sobre determinadas obras se dedicaban a decir lo evidente, es decir, que si en la escena salía una hoja de parra en la parte izquierda y cosas por el estilo que, a veces, no parecían, o no lo explicaban, tener simbología alguna por detrás. Y otro detalle, esta vez negativo para el museo de Pérgamo, fue la constatación del curioso hecho de que sólo existían unos aseos para todo el edificio que, además, estaban en la parte exterior a la zona de exposición, razón por la cúal se veía a la gente continuamente entrando y saliendo por la supuesta salida del museo.
Nada más entrar te das de bruces con el famoso friso del templo de Pérgamo. Resulta bastante espectacular entrar en una gran estancia con una reprodución del museo que da entrada a un piso superior y las paredes llenas con el friso original del templo. Una verdadera maravilla...

Luego se pueden recorrer las estancias situadas a la derecha de la entrada para admirar una serie de obras escultóricas sobre todo, pero también de arte funerario y mosaicos, de la época grecoromana. Algunas interesantes pero por lo demás en ciertos museos españoles hay mayor variedad.

Lo que era una verdadera lástima fue que estuvieran con los trabajos de reconstrucción de la fachada del mercado de Mileto, que nos impidió disfrutar del mismo.
De esta forma, tras haber recorrido, con mayor o menor rapidez, la zona escultórica grecoromana, la siguiente etapa y para mi gusto la más interesante, es el arte de Oriente Próximo antiguo (sumerios, babilónicos y, como no, los hititas, esos grandes desconocidos...). Ante nosotros se abría, majestuosamente, la puerta de Isthar...

Dentro de esta zona, pudimos encontrar maravillas como la Vía de las Procesiones de la antigua Babilonia o la fachada del palacio de Mshatta. No puedo evitar sin embargo, tener una clara preferencia por esta parte del museo así que dejaré unas cuantas fotografías de muestra...


Tras este agotador recorrido por el museo de Pérgamo decidimos hacer una parada de avituallamiento antes de continuar al museo egipcio así que nos dirigimos hacia una de las calles que nos habían recomendado para comer, Oranienburgerstrasse, así que, de camino contemplamos la sinagoga con sus doradas cúpulas refulgiendo al sol...

El lugar donde comimos tenía pinta de ser típicamente alemán de manera que, a priori, parecía adecuado. Luego resultó que no estaba mal, pero tampoco era tan típico como parecía dar a entender. En cualquier caso, hay que decir que en esta calle había unos cuantos lugares para comer.
Tras la comida todavía quedaba por ver el Museo egipcio así que, utilizando la misma entrada, allí dirigimos nuestros pasos. Una buena muestra de arte egipcio complementaria de otras como la del British Museum y de la cual dejo una muestra en esta foto...

O esta otra más clásica...

A estas alturas, todo el grupo estaba un tanto saturado de museos así que cambiando de tercio, nuestro paseo en el autobús número 100 (uno de los clásicos para recorrer el centro turístico de la ciudad) nos llevó a PostDamerPlazt a contemplar el nuevo Berlín con su innovadora arquitectura y sus restos del pasado (allí se pueden contemplar algunos fragmentos del muro de división entre las dos Alemanias...).

Una lástima que tanto el Lego experience como el museo del cine estuvieran cerrados (además de la saturación de museos...) pero esto nos permitió continuar camino hacia la zona del Zoo y ver la diferencia entre la vieja y la nueva Iglesia situada a sus puertas...


Así pues, cercanos ya a terminar el día recorrimos la zona de compras que circunda Europa Center y, como no, entramos en los famosos grandes almacenes KaDeWe que serían el equivalente berlinés del Harrod's de Londres.
Menudo lío que había allí montado con unas cuantas modelos (tipo esquelético) pululando con una gran capa de maquillaje. Y no digo nada de la disgregación porque ante semejante despliegue el grupo se dividió en dos, por un lado Madame y yo que acudimos a tomar un refrigerio ¡en una librería! (estos alemanes tienen claro donde poner la cultura...) y las otras dos miembros que aguantaron estoicamente hasta que apareciera el invitado de honor (supuestamente George Clooney y la realidad nadie la sabe porque se dieron por vencidas antes). Así, acabó el día, con un viaje en el metro y al hotel directamente para prepararse para el último gran día...

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